Declararse feliz, puede ser la causa de la infelicidad de otros. Ser feliz y resiliente no es una virtud. Es una opción, una actitud, que requiere mucha fuerza de voluntad. Es trabajar, ejercitar, desarrollar y cultivar la inteligencia emocional. Nos hemos acostumbrado a lo largo de nuestra vida a victimizarnos, a darle más importancia o valor al dolor y a lo indeseado que sucede en nuestras experiencias de vida, que a las cosas que nos hacen sentir en estado de feliz bienestar. Esta actitud, es lo primero que tenemos que desaparecer de nuestro diario vivir, para empezar a sentirse feliz.
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