Ahogarme una y otra vez en un vaso de agua, era mi hábito favorito; hasta que descubrí que en vez de beberla o echarle encima el agua a otros; más simple, sencillo y efectivo era ponerle hielito al agua, echarme un chapuzón sin salpicar y refrescar las temperaturas del cuerpo, mientras se evapora el agua.
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