Me
dejo acariciar los pies por la tibia tierra . Los hundo profundo, los
arrastro lento, moviendo en procesión los dedos, para acariciarle la
humedad en las entrañas, mientras la brisa me abraza y sopla con fuerza
mis greñas, enredando más su rebeldía y elevándolo como un papagayo
hacia la puesta del sol.
Marisol Gazcón
No hay comentarios:
Publicar un comentario